jueves, 6 de octubre de 2011

HUGO PRATT. La mano de Dios

Creo recordar haberles hablado antes por aquí de lo importante que me resulta la teorización en un medio de expresión artística –a mí me lo parece así- relativamente “nuevo” como es el Cómic, aún sin lugar consolidado en las enciclopedias o los museos como las otras Artes. En ese campo tan extenso por seguir descubriendo, van apareciendo ya estudios sobre autores excepcionales que, aparte de sus obras, destacan por sí mismos, ya que en su sello encontramos con frecuencia la garantía de enormes trabajos por disfrutar. De esta forma, nace la necesidad de abordar el género de la BIOGRAFÍA, y a propósito de ello traigo por aquí un libro teórico que últimamente he tenido la suerte de leer, titulado “HUGO PRATT. La mano de Dios”, escrito por Ángel de la Calle y editado por DOLMEN Editorial.

Sin ánimo de desvirtuar este trabajo que se ofrece al público sobre la vida y obra de Hugo Pratt, el objeto de nuestros comentarios será el de acercarnos a este manual y divulgar sus aportaciones. Sí nos gustaría apuntar antes el inicio dubitativo que nos provocó lo ambicioso del título, por comparar el fruto del esfuerzo de una persona individual con la capacidad omnipotente de un ser infinito.

En el prólogo, se nos hace una comparación de Hugo Pratt con el pensador y escritor francés Sartre; si bien éste, por los logros en su materia hicieran valer en círculos cultos para el siglo XX la denominación de “el siglo de Sartre”, Ángel de la Calle califica que en el Cómic podríamos hablar de “el siglo de Hugo Pratt”, y a resaltar ese cometido se entrega en las páginas siguientes. Destacamos que, aunque no expresa en ningún sitio con detalle todas sus fuentes, a través de una frase aquí y allá adivinamos que ha elaborado su estudio partiendo de otros libros teóricos, de entrevistas, de los testimonios de familiares y, en lo personal, de las tres veces que se reunió con el autor, comentando que en esa labor ha encontrado algunas incoherencias incluso en el propio testimonio de Pratt.

El libro está estructurado en tres capítulos: la vida, la obra y el autor. Ninguno de ellos puede desligarse por completo de los otros y, con una operación que nos parece adecuada, elude en bastante medida las fotografías, para narrarnos su ensayo a través de las viñetas y los dibujos de Pratt (que además constituyen una recopilación que es un tesoro, por reunir mucha documentación de difícil acceso en el mercado corriente actual). Así, las páginas se poblarán de toda una pléyade de imágenes en las que asimilamos mucho mejor el propósito de conocer al autor desde su obra, para llegar mucho mejor a él.

CAPÍTULO 1

Sin ánimo de hacer una biografía exhaustiva, se nos relata la vida del autor italiano en relación con la obra que va llevando a cabo y cómo ambos terrenos en él fueron capaces de interaccionar de una forma intensa. Por otro lado, por medio se resalta su ambiente familiar variado, sus múltiples viajes, sus continuos romances, su carácter aventurero y su gusto por lo interdisciplinar. Como nos dice Ángel de la Calle, es llamativo el hecho de la alta producción que llevó a cabo durante su vida (a veces hasta 500-600 viñetas al mes) con las múltiples experiencias que vivió en lo personal. La conclusión que saca de ello es que aprendió a trabajar veloz y que no necesitaba estar pegado a un tablero, sino que podía compatibilizar sus aventuras con el rato para las obligaciones, en algún momento del día o de la noche.

También, hemos abstraído del texto de de la Calle, a modo de apuntes, la movilidad geográfica documentada que podemos asegurar que tuvo Hugo Pratt a lo largo de su vida. Todos estos datos se leen mezclados en la prosa de este capítulo, y yo creo que clarificada a modo de tal esquema-resumen que abajo recogemos nos podría aportar alguna apreciación interesante a la hora de abordar este libro y en general la obra de Pratt:

1927. Nace en Rimini durante unas vacaciones de su familia. Vivirá en Venecia.

1937. Su padre, funcionario, es trasladado a Etiopía y se lleva a su mujer y a Hugo.

1943. A la muerte de su padre, es repatriado junto a su madre por Cruz Roja desde un campo de concentración.

1948. El Grupo de Venecia, en el que se inscribe, recibe una oferta de trabajo de la editorial Abril, y entonces, junto a algunos de ellos, Pratt se traslada a vivir a Buenos Aires (Argentina).

1952. Regresa a Venecia, y conoce a la yugoeslava Gucky Wogerer, con la que se casa En 1953 vuelve a Buenos Aires y allí en Argentina tendrá dos hijos (Lucas y Marina).

1959. Viaja a Londres y Wheeling (Virginia).

1960. Vuelve a Buenos Aires.

1962. Viaje de vuelta a Venecia con la argentina Anne Frognier, pasando por Lisboa y París. Se afincan allí, pero ella volverá a Argentina para dar a luz a sus dos hijos con Pratt (Silvina y Giona). Mientras, él viaja a Bahía (Brasil), conoce a la familia Dos Santos y con una de las mujeres que pertenecen a ella tendrá otra hija, Victoriana; además, adopta a los cuatro hijos ilegítimos de otras mujeres de la familia. Posteriormente, se internó en la selva del Matto Grosso durante varias semanas. Vivirá 20 días con los indios nómadas Xavantes y allí conoce a una chica nativa con la que tendrá otra hija (Tebocua).

1967-69. Por trabajo, se trasladará frecuentemente desde Venecia hasta Génova.

1969. Marcha a Etiopía a buscar la tumba de su padre. Proseguirá hasta Kenia y Tanzania.

1970. Se queda en paro y, siendo aún poco conocido en Italia, viaja a París a buscar trabajo. Se quedará allí a vivir, aunque conservará su piso en Venecia y seguirá pasando allí temporadas. En esta época, eclosiona su fama y le llega el reconocimiento. Ese año llega al norte de África atravesando España.

1971. Viaja a Irlanda.

1972. Viaja a Nueva York, Wheeling y Etiopía.

1976. Viaja a Canadá.

1977. Vuelve a Argentina.

1978. Viaja a Angola.

1981. Ruta por África.

1983. Viaja a Irlanda, Estados Unidos y Canadá. También, en esta fecha se va a vivir solo a Grandvoux (Suiza), que ya será su residencia habitual por el resto de su vida.

1985. Regresa a Argentina y se mueve por la Patagonia.

1986. Viaja a París para inaugurar una exposición sobre él en un museo nacional, la 1ª dedicada al cómic en un espacio de este tipo.

1988. Visita Argentina, Chile, Perú, Méjico, Guatemala, Honduras, Florida y Canadá. También va en concreto a la Isla de Pascua. Vuelve a Venecia a la muerte de su madre.

A partir de aquí se moverá menos, exceptuando un viaje en 1992 a los Mares del Sur (Isla de Pascua, Samoa, Pago Pago, Rarotonga, y a la tumba de Robert L. Stevenson).

1995. Muere dibujando hasta sus últimos días, tras desarrollar una enfermedad en el año anterior.

CAPÍTULO 2

En esta parte del libro, Ángel de la Calle va analizando las cualidades narrativas y gráficas de Hugo Pratt desde la perspectiva de su evolución. Sobre sus trabajos más importantes –imágenes que pueden hallarse aquí, pero también diseminadas por el resto de páginas del libro-, nos detalla los logros de su trazo, las técnicas que emplea (principalmente pincel, plumilla y aguada, y al final de su carrera también introduce el rotulador), sus recursos, influencias de otros autores, su composición de la página, las decisiones para escoger ángulos, planos, posiciones de los personajes que controlen el tiempo del relato y con ello las emociones del lector.

Un placer descriptivo que a su vez se verá acompañado por comentarios sobre los fondos de las viñetas, que parece ser que a veces fueron criticados por sus editores, al ser poco descriptivos, aunque es verdad que Pratt llegó a una simplificación tan depurada, que con apenas unas líneas era capaz de evocar los paisajes de su memoria. Especialmente, de la Calle destaca que sus mares y sus cielos abiertos se harán firma del autor. En otras ocasiones de su trayectoria, los fondos fueron realizados por algunas de sus amantes y luego por su amigo el arquitecto Guido Fuga (en apoyo de la maquinaria y artilugios militares). Sobre este último, critica el contraste que producía en la misma viñeta su dibujo técnico con el dibujo impetuoso y manchado de Pratt. Nosotros nos sumamos a esta idea, quizás no fuera acertada esa conjunción tan directa de dos profesionales de medios de expresión diferentes.

De la Calle también nos destaca el hecho de que motivos comerciales al final de su carrera hicieran que Pratt fuera tomando algunas decisiones creativas; se refiere a la eliminación del rayado y las marcas de profundidad en sus dibujos ya que sus páginas iban a ser editadas con un color añadido. Sin embargo, reconoce que la maestría de Pratt, lejos de perjudicar a su estilo, hizo que su blanco y negro obtuviera la máxima expresión en su comunicación.

Por otro lado, nos señala la buena labor gráfica del cosmopolita autor italiano en otro ámbito como son las ilustraciones para libros, revistas o publicidad, destacando sus acuarelas y el uso del color.

Sobre sus labores al guión nos resalta que fue en los momentos que lo unía a su dibujo cuando logra los mejores resultados, por cómo le beneficia a la hora de definir sus personajes, de relatar la aventura, que más que llegar a un final, lo importante en ellas es el viaje y la búsqueda en sí. A su juicio, no fue tan exitoso su único rol guionista, con Milo Manara. Dirá Ángel de la Calle: “el dibujo era la literatura en Pratt”.

CAPÍTULO 3

De aquí nos interesó la disertación de Ángel de la Calle sobre la importancia de las páginas de Hugo Pratt, más que otros aspectos, separándose del teórico Vicenzo Mollica, que sostiene que fue la propia vida del autor su mayor obra de arte.

Sin negar la aportación que le hizo su aprendizaje autodidacta por toda la geografía, su inquietud cultural (hablaba cinco lenguas) o la preparación de la gente de la que se supo rodear mientras disfrutaba de los placeres de la vida (dibujantes, pensadores, escritores, cineastas, arquitectos, etc.). Pero sobresale, nos dice, la capacidad de Pratt de acercar el Cómic a historias poco vistas hasta el momento, llegando a diversos sectores de público, desde el adolescente hasta el académico. Asimismo, su capacidad de unir en un mismo plano gráfico de realidad la Historia (aporta el dato de que el 90% de sus relatos contiene temas bélicos reales), los terrenos etéreos y los referentes culturales, con igual respeto para todos ellos. Y todo eso sin separarse de los esquemas comerciales que imponían las editoriales, consiguiendo gran eficacia en las ventas.

Como complemento de este capítulo, se adjunta un detallado anexo con las ediciones de sus obras más importantes, dentro y fuera de España hasta la fecha de realización del texto (2007), sin duda un material indispensable para seguir al creador.

En suma, pensamos que este “HUGO PRATT. La mano de Dios” es un provechoso libro, y en cierto modo, volviendo a nuestros tempranos recelos en este artículo sobre su título elegido, quizás sí obtenga un sentido al aludir a la capacidad que tiene el ser humano, si es capaz de explotar sus potencialidades, de dar a luz y desarrollar un nuevo mundo capaz de llevarnos a diferentes territorios, que insospechadamente consiguen hacernos ver lo que nos rodea con otros ojos, los del descubridor.

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Hugo Pratt dibujando junto a Moebius en “Sigue al Conejo Blanco”

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