jueves, 26 de septiembre de 2013

LOGICOMIX. Una búsqueda épica de la verdad


Este libro cómic se produjo en Atenas en 2009 y Ediciones SINSENTIDO lo editó en 2011 para el público español. Que hablemos aquí de una obra de este tipo procedente de una industria cultural como la griega, tan cercana pero a la vez tan lejana, es una rareza a la que no estamos acostumbrados, y suponemos que ha sido posible por la conexión de los autores con el mercado francés.

LOGICOMIX, una búsqueda épica de la verdad” es guionizado por el escritor y matemático Apostolos Doxiadis, con ayuda en el argumento de Cristos H. Papadimitriou, profesor universitario de informática. El dibujo es realizado por Alecos Papadatos y el color lo aplica su esposa Annie di Donna, ambos con experiencia en el mundo de la animación francesa y griega. Todos intervienen en la trama, pues ellos mismos van narrando cómo se fue produciendo este trabajo y cómo se les iban ocurriendo las ideas en relación a su día a día mientras estaban inmersos en su elaboración.

Pero la trama principal se basa en la charla que Bertrand Russell imparte en septiembre de 1939 en una universidad estadounidense sobre “El papel de la lógica en los asuntos humanos”, que se ve alterada por una manifestación popular contra la participación de los EE.UU. en la II Guerra Mundial. Russell ofrece a la multitud pensar sobre el tema a través de su discurso, y de este modo pasan a la sala a oír cómo cuenta la historia de la lógica a través de su propia biografía. Bertrand Russell, autor de teorías matemáticas y considerado uno de los padres de la lógica moderrna, fue matemático, profesor, filósofo, y un pacifista activo. 
El relato contiene hechos reales mezclados con una pequeña parte de ficción para conseguir el artificio narrativo. La vida de Russell sin contener nada extraordinario es bastante azarosa en su búsqueda personal de un conocimiento que pueda ser cierto, absoluto, y es curioso cómo forma parte de ella continuamente la irracionalidad, la locura. Desde la formación y descubrimientos de Russell, seremos testigos de los avances que para lograr esa verdad han ido haciendo las matemáticas, desde Euclides y sus principios, pasando por las aproximaciones de Newton hasta los personajes más relevantes de la materia en el siglo XX, conformando un cuerpo teórico que ha hecho posible primero los avances en la materia de la lógica y después en la aparición del ordenador, éste una herramienta que no ha demostrado todas y cada una de las bases del mundo pero que en sí contiene una serie de ideas en las que todo es demostrable y por ello puede crear un mundo alternativo, virtual, donde todas las reglas sean conocidas (aunque a la hora de la verdad se haya presentado igual de incontrolable, por “su aplicación para las armas, el juego y la pornografía”, citando un texto del libro).

Como leeremos por las páginas, la persecución de la razón desde una realidad que es defectuosa obedece a un deseo irracional del ser humano de origen teológico, una batalla perfección/imperfección que siempre se ha librado en todas las épocas y que nunca termina de solucionarse. Aparte de acercar estos conocimientos a todos los públicos, una parte muy interesante del asunto es cómo se han ido creando corrientes y escuelas científicas a favor de una teoría u otra, y cómo todo ese hacer y rivalidades se relacionan con los conflictos bélicos que azotan continuamente a la humanidad. En concreto, destacamos la genial conclusión de la conferencia pacifista de Russell: (OJO SPOILER) “Para lograr sensatez hay que contar con mucho de lo que se descarta como insensato, cortar de raíz lo anterior en algún punto y crear nuevos axiomas que eviten la disputa homicida”.
La estructura de la historia tiene varias capas, como hemos visto, utilizando para ello un concepto muy matemático: la “autorreferencia” (un enunciado que se refiere a sí mismo). En general, la coherencia interna de Logicomix contiene muchos recursos que se pueden relacionar con la materia, e incluso el grafismo, de estilo europeo, se parece mucho a las ilustraciones que vemos en cualquier libro de texto de matemáticas. En la imagen abajo presentada, por ejemplo, observamos la iconización simplista de la realidad que permite el dibujo de línea fina a color plano, la desproporción entre figuras y fondo, las repeticiones o el empleo/abuso de la escala, todo con fines de esquematizar la información más relevante, como si se tratara de un problema o ejercicio a resolver.
Por supuesto, este cómic no es un manual de matemáticas pero los no iniciados pueden perderse fácilmente en el relato, por lo que al final del libro se ofrece un apéndice con información complementaria de los personajes, conceptos y obras citados, que hacen algo más accesibles los textos. No obstante, este glosario no es la solución para “descifrar” las claves más importantes que se tratan, sino sólo un apoyo útil; hay que reconocer que un lector medio que sólo vaya buscando evasión puede aburrirse al principio de leer este trabajo, aunque sí decimos que el esfuerzo merecerá la pena porque la obra atesora dentro valiosas reflexiones sobre la vida en general más allá de un intento de instruir en una disciplina como las matemáticas.

martes, 10 de septiembre de 2013

SUPERMAN PARA TODAS LAS ESTACIONES

Ups, acaba el verano de Superman y aún no hemos dado por aquí un repaso a algunas de sus historias que más nos han gustado. Hoy vamos con "SUPERMAN PARA TODAS LAS ESTACIONES" de Jeph Loeb (guión) y Tim Sale (dibujo).

Se trata de una miniserie de 4 números centrada en narrarnos de nuevo el origen de Superman, y publicada originalmente en 1998. En esta historia cada capítulo transcurre en una estación del año y es narrada por un personaje distinto del universo del personaje: PRIMAVERA (Jonathan Kent), VERANO (Lois Lane), OTOÑO (Lex Luthor) e INVIERNO (Lana Lang).

Clark Kent, Superman, aparece como una buena persona que va asumiendo el gran poder que ha descubierto en sí mismo hasta consolidarse como héroe, en relación con la gente que tiene a su alrededor y el paso del tiempo. Se enfrenta a problemas más mundanos o no tan relacionados con su origen extraterrestre (apenas tratado en la trama) y en los que sus capacidades extraordinarias entran en contraste con las debilidades humanas y lo incontrolable del medio natural, tanto en lo peor de ellos como en lo mejor. Loeb es un maestro en describir los sentimientos de los personajes e irá encontrando el férreo código moral del protagonista con el punto de vista del narrador.

Al contarnos al personaje desde el mismo principio se sintetiza a la perfección cómo es cada uno de ellos. Nada sobra, y Superman vivirá su año crucial, entre Smallville y Metropolis, unido tanto a la belleza como a la dureza del cambio de las estaciones y de las personalidades. Observamos que si no se dan estos pasos puede que el superhéroe que conocemos nunca se hubiera formado. Hay mucho cuido en la técnica de escritura y se nota que Loeb conoce muy bien esta serie (seguro que por ello a partir de 2001 comenzaría a colaborar con la serie televisiva Smallville, sobre los comienzos del protagonista).

Mención especial para Tim Sale, sus espectaculares acuarelas unidas a la cera para describir el movimiento se distribuyen en enormes viñetas, páginas enteras e incluso páginas dobles. Los sucintos textos del guionista, sus silencios, quedan embellecidos al expandirse gráficamente. Los trazos son muy claros y medidos, y sin embargo Sale es capaz de captar volúmenes, movimiento, texturas, momentos del día y del año,...
No cabe duda que estamos ante uno de los mejores trabajos de este fecundo tándem, y la obra es tan sencilla, a la vez tan emotiva y rica, y al no necesitar referentes previos  es probable que no sólo atraiga  a lectores de tebeos. Altamente recomendable.

martes, 3 de septiembre de 2013

“CEDERROM”, X JAN


En 2011 vimos publicado “CEDERROM”, un trabajo de Jan presentando a un nuevo superhéroe más allá de su personaje más reconocido, Superlópez. Pese a que el autor ha reconocido en diversas ocasiones que no le atrae este género, estos dos no han sido los únicos en él, pues ya ofreció las tiras humorísticas de Superioribus, o el proyecto del Capitán Rayón (que fue el protagonista de su obra "Laszivia"), aunque por vez primera afronta el reto de crear otro personaje de este tipo con visos de continuidad, y haciéndolo de una manera especial, como veremos en este artículo.

Todo partió de un proyecto de los 90 para la línea Laberinto de Planeta, cuando Antonio Martín solicitó a Jan una serie para esta colección y presentó a Cederrón; la verdad es que gracias al apoyo constante de este editor hemos podido disfrutar todos estos años de muchos trabajos de Jan. Pero la cosa no cuajó del todo entonces. Al fin, con el paso del tiempo, ha dado paso a esta historia, que se desarrolla en 46 páginas a color más portada y portadilla interior, y constituye el número 147 de la colección Magos del Humor (Ediciones B). Básicamente, monta una trama para presentarnos al personaje. Los protagonistas son una pandilla de chicos universitarios, todos amigos:

-CHIP: un apodo para un genio informático (no sabemos su verdadero nombre) que posee en su casa un ordenador gigante. Por las páginas se define a sí mismo de la siguiente manera: “Será que de pequeño me habré caído en una marmita de circuitos integrados, como Obelik”. Éste no será el único guiño al mundo del cómic.

-TITA: Amiga de Chip, estudia en casa de éste porque sus padres están todo el día peleando. Además es buena dibujante y crea sus personajes con el programa Fotochof.

-CISCO: Estudiante que en sus ratos libres ayuda en el supermercado de la familia.

-GELDA: Pareja del anterior e hija del prestigioso profesor Wissenschaftlich.
Todos ellos viven tremendamente ilusionados con sus hobbies (la informática, el cómic) y querrían prosperar, independizarse, aunque viven en un país que lo pone difícil para los jóvenes y “no hay manera”. A su lado, una generación anterior a ellos, el arriba citado profesor, integrante del C.I.R.I. (Centro de Investigación Robótica Industrial) y el inspector Buskets, curtido y astuto sabueso padre de Chip.
 

Frente a ellos, encontramos al capo Joe Asíes y su peligrosa banda: Mike Kanalla, Poko y Boko, que pretenden que el C.I.R.I. les fabrique un robot capaz de abrir cajas fuertes. Todo estalla cuando un ovni con estudiantes de Alfa Mantauri celebrando el fin de curso viajan cerca de la Tierra y borrachos aplican sus conocimientos, desencadenando una extraña tormenta que relaciona los circuitos de Chip, el dibujo de Tita para un proyecto de superhéroe y las instalaciones del C.I.R.I., naciendo así CEDERROM, que hará interactuar a todo este grupo de personajes.


El argumento se va planteando muy medido y sólido, con mucha acción mezclada con divertidos gags. El héroe que vemos, sin embargo, no adquiere el protagonismo, ni siquiera tiene personalidad propia. De hecho, los jóvenes se muestran muy valientes pese a ser gente normal, y será Chip el que asuma la dirección de Cederrom a través de un programa por el que éste se irá desplazando a través de las líneas eléctricas y telefónicas, ejecutando órdenes. Por lo tanto, sólo se constituye como una herramienta para solventar los problemas mayores.

 
Esta forma de plantear la trama no es nueva en Jan, pues ya hay antecedentes en la misma colección de Superlópez que lo prueban. Quizás el ejemplo más representativo sea el del nº20 “Un camello subió al tranvía en Grenoble y el tranvía le está mordiento la pierna”, donde el mayor peso lo cobraba una pandilla de cuatro jóvenes que viaja a Grenoble a un encuentro de cómic y se enfrenta a un problema de drogas, no resuelto por Superlópez más que tangencialmente, pues serán ellos los que deberán plantar cara y decir no al consumo. Fue una preciosa historia de amistad que dio lugar a una pareja (Chico Y Martha) y a una mayor implicación de la serie en los problemas sociales a partir de ahí. Nos parece que en algo el germen del tebeo que nos ocupa estuvo allí, y que si Jan continúa todavía monopolizado con su personaje emblema tal vez sea por ser su mejor medio para llegar a más lectores, si bien en bastantes ocasiones de las aventuras que realiza encontramos en la trama de secundarios muy buenos logros a los que se podría sacar más punta (en historias aparte)

 
Nos era inevitable la comparación con el anterior personaje, incluso en algún momento por las páginas se lo relaciona con Superman, pese a que gráficamente parezca inspirado en el Batman de Alan Davis. Pero Cederrom no es el mismo caso, como decimos, sólo es la herramienta para dar tortas en una trama de un corte más realista, con protagonistas que gozan de la positividad, bonhomía y ternura que han sido tan características en la trayectoria del autor. Hay emoción y peligro, pero vemos a personas reales hablando coloquialmente (“beibi”, “odenata”), actuando, equivocándose y llegando a un final positivo en que aprenden lecciones de la vida. A ello ayudan mucho los juegos de palabras, la cotidianeidad subliminal introducidos. Hoja a hoja vemos a Jan observando a través de su trazo al mundo, los comportamientos, la ciudad, las modas, y cómo todo ha ido cambiando en los años que lleva dibujando (su patrimonio gráfico ha sido testimonio coetáneo todo este tiempo).


Da la impresión de que muchos de los elementos de este cómic, antes o después, ya los hemos visto: las dos generaciones que se enfrentan a un problema (los chicos y sus mayores), equívocos, los cambios de nombres reales, el uso de personajes valientes pero con morriña, el dibujante de cómic iniciando su carrera, la pelea del bar, el mafioso en el campo de golf, la laberíntica maraña de cables y circuitos, el gato negro, las escenas domésticas y urbanas, un tipo muy parecido al autor dando una vuelta por los fondos, las viñetas con las esquinas dobladas para marcar un cambio de escenario o tiempo, el coche dando un frenazo y la cabeza del conductor estampada en el techo... ¡Solamente nos falta la alcantarilla de Escariano! El empleo de todo ello no es tanto un tic o una repetición como un lenguaje consolidado: Jan nos lleva a su terreno para que sintamos familiaridad, cercanía, a la vez que él se siente a su aire, cómodo para expresarnos de la mejor manera posible lo que quiere narrar.
 
Es increíble cómo, sin funcionar como el maestro dibujante de antaño, con varios trazos sencillos y elementos de su repertorio (narices, pelos, gafas, ojos) monta personajes reconocibles y entrañables desenvolviéndose por eficaces fondos. Para valorar este trabajo gráfico hay que comprender la circunstancia de que en el año 2011 cuando se produce Cederrom Jan ya tiene superada la edad legal de jubilación; es un derecho de todo trabajador el descansar y un mérito el que sólo y exclusivamente de su propia voluntad siga en la brecha. Y sin duda lo hace, con un dibujo claramente menos detallado que en sus mejores años pero compensado con el color a ordenador, que aporta volumen, rellenos fotográficos o rotulación manual mecanizada. No hemos averiguado si en el empleo de esta técnica de coloreado le ayuda alguien como a otras estrellas de la casa (el ejemplo de Ibáñez), porque es destacable la productividad año tras año de Jan, si bien nos extrañaría puesto que el autor siempre ha sido muy celoso de cuidar personalmente cada aspecto de su trabajo de principio a fin. La verdad es que no hay alusión a colaborador alguno, y nos mojamos diciendo que pensamos que no, viendo la cantidad de imágenes introducida en dichos rellenos, muy relacionados con su vida personal: carteles de eventos o concursos con los que él mismo está relacionado, fotos propias o de familiares, entre otros.

En suma, en CEDERROM podemos ver una historia de inicio de un personaje bastante interesante, un soplo de aire fresco en una carrera de por sí ya dilatadamente brillante. Esperemos que no sea la única y se le siga dando espacio, artística y editorialmente.